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Hermanas Adoratrices junioras y novicias, de manera presencial, y varias comunidades, vía online, participaron la pasada semana en la 53ª Semana Nacional de la Vida Consagrada. Un encuentro, en el que bajo el lema Comunión y Fraternidad, se animó a los asistentes “a ser expertos en comunión y a ofrecer a este mundo tenso y dividido en el que vivimos un testimonio inequívoco de fraternidad. Es nuestra mejor contribución a la sinodalidad en la Iglesia y a la paz en todos los pueblos”.
«Vivimos la Semana Nacional de la Vida Consagrada con entusiasmo y un corazón abierto a seguir creciendo a los nuevos desafíos que se presentan en la vida comunitaria y consagrada», indican las hermanas junioras para quienes este encuentro ha sido muy interesante, viviendo su participación con entusiasmo y alegría de reencuentro con todos en adquirir nuevos conocimientos y pistas para seguir la vida cotidiana.
Las hermanas junioras coinciden, tal y como se puso de manifiesto en esta jornada, en que «comunión y fraternidad continúan siendo tareas pendientes y también una invitación constante para rehacernos a las nuevas realidades que vivimos en nuestras comunidades. Un desafío para seguir creciendo como personas consagradas y entregadas en nuestro día a día».
«Todos formamos un sólo cuerpo en Cristo nos dice San Pablo, de ahí que comunión y fraternidad sean caminos en la vida cotidiana que siguen siendo dos tareas siempre pendientes sobre todo en la Iglesia y en nuestras comunidades donde compartimos la vida en común y que día a día estamos en permanente construcción».
Comunidades abiertas a Dios
Comunión y fraternidad se integran en la realidad de Adoratrices en «un vivir despojándose de estereotipos y seguir abriendo nuestras mentes, corazones y comunidades donde queremos plasmar el amor de Dios empezando en nosotras mismas y en nuestras hermanas».
En sus propias palabras, «en primer lugar desde la fuente que es la Eucaristía allí está la comunión con Dios, al estar conectada con El en una escucha permanente . En segundo lugar, se integran ejercitando en los detalles pequeños e insignificantes de la comunidad con las hermanas en compartir juntas cómo familia así hacemos hermanas fraterna, en la misión con nuestras mujeres, allí está nuestra chimenea, nuestro tesoro escondido para la integración de la comunión y la fraternidad en la realidad Adoratrices».
En palabras de las hermanas junioras, «el camino para transformar nuestra experiencia de vida comunitaria en un reflejo del amor de Dios es dejarnos transformar por el Espíritu y ser verdaderas comunidades abiertas a él y abrirnos a la gracia de Dios para dejar de decir esto siempre se hizo así».
«Vivir con pasión, alegría, respeto en armonía y comunión y reconocer siempre que cada una tiene un solo objetivo. Estamos para una sola causa: alcanzar el Reino de Dios en camino de Santidad, ser mujeres visibles y signos de verdad del Evangelio. Cuidar la vida del que está a nuestro lado, dedicar tiempo para la escucha mutua, así llegaremos a conseguir esta transformación este reflejo del amor de Dios».
Testimonios
Juniora Adoratriz: «Para mí, participar en la 53 Semana Nacional de la Vida Consagrada es una oportunidad para fortalecer mi vocación y renovar mi compromiso con la vida consagrada. Vivo esta participación con alegría y gratitud, compartiendo experiencias con otras congregaciones y enriqueciéndonos mutuamente. Creo que la comunión y la fraternidad son dos aspectos fundamentales que siempre debo tener presentes en mi vida consagrada. Estas son tareas que nunca terminan, ya que requieren un esfuerzo constante por mantener la unidad y el amor entre nosotras. En nuestra congregación de Adoratrices, buscamos integrar la comunión y la fraternidad a través de la oración, el diálogo, el servicio mutuo y la acogida. Nos esforzamos por cultivar relaciones de respeto, cordialidad y ayuda mutua, para construir una comunidad unida en el amor de Dios. Y también en la realidad de Adoratrices, la comunión y la fraternidad se integran a través de la oración comunitaria, la participación en actividades de formación y reflexión, el servicio a los más necesitados y el apoyo mutuo en momentos de dificultad. El camino para transformar nuestra experiencia de vida comunitaria en un reflejo del amor de Dios pasa por vivir los valores evangélicos en nuestro día a día, por cultivar la humildad, la paciencia, la misericordia y la compasión en nuestras relaciones interpersonales. También implica cuidar la comunicación, la escucha activa y la colaboración, para construir una comunidad sólida y fraterna, donde reine la alegría y la paz del Señor. Creemos que es necesario cultivar una profunda vida de oración, vivir en constante conversión, practicar la escucha activa y la compasión y buscar siempre lo mejor para los demás. El camino hacia la comunión y la fraternidad es un proceso continuo que requiere esfuerzo, humildad y generosidad por parte de todos los miembros de la comunidad».
Juniora Adoratriz: «Acabamos de terminar la Semana Nacional de la Vida Consagrada y me he llevado muchas cosas en mi corazón y mi mente. He participado con mucha alegría y emoción. Es un encuentro para seguir profundizando en mi vida consagrada con Dios. La palabra des-aprender es la que más ha llegado para vivir y para practicar en la comunidad. Tenemos muchas tareas para hacer pero es necesario cuidarnos mentalmente. Somos hermanos y hermanas, una familia. En estos días he renovado mi vocación con distintas congregaciones. Eso significa que somos un pueblo de Dios y juntos en camino. Estamos viendo en tiempo de Pascua, empujándome para seguir en este camino con Jesucristo que está acompañándome cada día. No estoy sola. Aprendamos unas de otras; con sencillez compartimos nuestras tareas. Compartimos la vida con los laicos como hermanas y familia. No solo vivimos en la comunidad. Hay proyectos, hay misión y en todas las comunidades donde podemos apoyar. Como Adoratrices tenemos una misión: la Adoración es nuestra tarea siempre».